domingo, 22 de marzo de 2015

TALLAR EL ÁNIMO

          Continuamente los hombres suelen tallar su ánimo para conseguir diferentes fines. Hay quienes se moldean para ser nobles consigo mismos, abandonando al mundo y despreciando a la sociedad, convirtiéndose en ermitaños cuyo único conocimiento será el de uno mismo. Hay otros que se arrojan bajo las virtudes confucianas (benevolencia y justicia, lealtad y confianza,…) para conducir su cuerpo hacia una perfección moral; ellos dedican su vida a extender sus conocimientos virtuosos con el fin de dar paz al mundo.
Hay hombres cuyo objetivo es lograr fama, buscando solamente participación en el gobierno, así, hace fuerte al Estado sometiéndose a sus leyes y conquistando tierras para él. Otros sin embargo prefieren darse a la vida retirada, una vida entregada a la vacuidad. Hay quien busca una larga vida removiendo continuamente la energía vital de su cuerpo, eliminando su rigidez y volviéndolo ligero como el viento.
Pero hay otro hombre que sin necesidad de tallar su ánimo es noble, se perfecciona moralmente sin necesitar bondad o justicia, ordena al mundo sin buscar la fama, vive en la vacuidad sin dejarse llevar y su vida es longeva sin necesitar de remover sus energías. Este hombre vive en paz y el calma, es decir, es un SABIO.
                

El SABIO goza de todas las perfecciones sin haber alterado su naturaleza para adquirirlas; el sabio es capaz de mantener su mente sosegada porque ella misma permanece en paz, y gracias a que permanece en paz es capaz de alcanzar la calma. Conservando la paz y la calma hace libre su espíritu y conserva sus virtudes. El sabio no actúa por felicidad, ni por desgracia; se mueve cuando es forzado, es luz que no ilumina; su vida es flotar y su muerte descanso.


La calma, el silencio, el vacío y el Wu Wey son el origen de la Tierra y del Cielo, y son esencia del Tao y su virtud, por esto es que el sabio es capaz de mantener la calma. El sabio se guía por la ley del Cielo, es una mente en perfecta vacuidad, sin penas ni alegrías, es suprema virtud. Cuando está en reposo su virtud se identifica con el YIN; cuando está en movimiento su energía vital es YANG. El sabio permanece puro y sin mezclar, como el agua. Alimenta su espíritu moviéndose con el orden natural, haciendo el mínimo esfuerzo.
El secreto del sabio es que su espíritu fluye en todas direcciones, abarcando todo cuanto puede, transformando y alimentando a todos los seres. El sabio ha aprendido a guardar su espíritu, conservando su pureza y siendo uno con la razón del Cielo.

 “Para el gran sabio lo más precioso es el espíritu. A quien es capaz de comprender la simplicidad y la pureza llaman <hombre verdadero>”

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