Zhuang zi muestra en esta historia la preocupación de todo
ser humano por mantener la vida y evitar la muerte. Comienza diciendo que aquel
que ama la vida y odia la muerte no entiende los principios de la naturaleza. Precisamente,
estas personas son como alguien que esconde su barca en el interior de una
montaña, mientras duerme un gigante mueve esta montaña y, a pesar de ello, el
individuo piensa que su barca está a salvo ahí oculta.
La naturaleza siempre va a regir por encima,
independientemente de lo que el hombre haga por controlarlo todo, no puede huir
de los principios naturales. El cambio no perdona. La naturaleza misma implica
la transformación. La muerte es parte de la vida así como de la naturaleza.
Intentar ocultar un aspecto de la vida por miedo es tan sólo una forma de
auto-engaño, porque sin la muerte no habría vida, es condición necesaria, la
vida incluye la muerte por definición.
Por eso, concluye la
historia Zhuang Zi con estas palabras: “Dar
vida y muerte sobre la naturaleza. Ocultar el mundo en el mundo es la manera
correcta de imitar la naturaleza, el gran maestro.” Intentamos
constantemente jugar a ser Dios, creemos que tenemos el secreto para frenar un
montón de cambios naturales. Evitamos hablar de la muerte a toda costa para
creer que no existe o que le llegan a todos menos a nosotros. Evitamos morir.
La esperanza de vida aumenta a costa de vivir más años decadentes, muriendo.
Creamos infinitos cosméticos e intervenciones
de cirugía para, no sólo no hablar de la muerte sino para evitar ver en
nosotros el paso del tiempo reflejado. Las arrugas no están bien vistas en
nuestra sociedad, nos recuerdan nuestra edad y precisamente las fechas son las
que finalizan una época. Quien actúa así no puede amar la vida, no puede asumir
todas las consecuencias que tiene vivir. Este Olimpo que estamos montando de
seres inmortales plagados de botox no puede ser el lugar donde se respire a
vida.
No se puede disfrutar plenamente una vida que está huyendo
del paso del tiempo y, al fin y al cabo, del proceso natural. Por mucho que
intentemos no avanzar la naturaleza es sabia y más fuerte, no va a evitar que
el proceso siga su curso, ni ella ni nosotros. Aunque juguemos a operar
artificialmente para cambiar el proceso, la naturaleza es más grande que todo
eso, podemos mantenernos durante más tiempo pero no somos perennes. Siempre que intentemos modificar un ápice de
ella nos vamos a quedar en la mera imitación.
¿Se trata de una involución? Más bien de una deceleración de
lo inevitable. Los pactos con el diablo han llegado, estamos dando algo a
cambio por olvidar la muerte. ¿Qué es ese algo? Puede ser tanto calidad de
vida, como madurez, incluso el propio bienestar. El precio de la vida empieza a
ser muy alto cuando quieres huir de su fin. Evitamos el efecto primario de la
vida con una cantidad enorme de efectos secundarios dañinos.
Noelia Pérez Plaza.
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