sábado, 21 de marzo de 2015

"Hiding the world in the world"

Zhuang zi muestra en esta historia la preocupación de todo ser humano por mantener la vida y evitar la muerte. Comienza diciendo que aquel que ama la vida y odia la muerte no entiende los principios de la naturaleza. Precisamente, estas personas son como alguien que esconde su barca en el interior de una montaña, mientras duerme un gigante mueve esta montaña y, a pesar de ello, el individuo piensa que su barca está a salvo ahí oculta.
La naturaleza siempre va a regir por encima, independientemente de lo que el hombre haga por controlarlo todo, no puede huir de los principios naturales. El cambio no perdona. La naturaleza misma implica la transformación. La muerte es parte de la vida así como de la naturaleza. Intentar ocultar un aspecto de la vida por miedo es tan sólo una forma de auto-engaño, porque sin la muerte no habría vida, es condición necesaria, la vida incluye la muerte por definición.

Por eso, concluye la historia Zhuang Zi con estas palabras: “Dar vida y muerte sobre la naturaleza. Ocultar el mundo en el mundo es la manera correcta de imitar la naturaleza, el gran maestro.” Intentamos constantemente jugar a ser Dios, creemos que tenemos el secreto para frenar un montón de cambios naturales. Evitamos hablar de la muerte a toda costa para creer que no existe o que le llegan a todos menos a nosotros. Evitamos morir. La esperanza de vida aumenta a costa de vivir más años decadentes, muriendo. Creamos infinitos cosméticos  e intervenciones de cirugía para, no sólo no hablar de la muerte sino para evitar ver en nosotros el paso del tiempo reflejado. Las arrugas no están bien vistas en nuestra sociedad, nos recuerdan nuestra edad y precisamente las fechas son las que finalizan una época. Quien actúa así no puede amar la vida, no puede asumir todas las consecuencias que tiene vivir. Este Olimpo que estamos montando de seres inmortales plagados de botox no puede ser el lugar donde se respire a vida.

No se puede disfrutar plenamente una vida que está huyendo del paso del tiempo y, al fin y al cabo, del proceso natural. Por mucho que intentemos no avanzar la naturaleza es sabia y más fuerte, no va a evitar que el proceso siga su curso, ni ella ni nosotros. Aunque juguemos a operar artificialmente para cambiar el proceso, la naturaleza es más grande que todo eso, podemos mantenernos durante más tiempo pero no somos perennes.  Siempre que intentemos modificar un ápice de ella nos vamos a quedar en la mera imitación.

¿Se trata de una involución? Más bien de una deceleración de lo inevitable. Los pactos con el diablo han llegado, estamos dando algo a cambio por olvidar la muerte. ¿Qué es ese algo? Puede ser tanto calidad de vida, como madurez, incluso el propio bienestar. El precio de la vida empieza a ser muy alto cuando quieres huir de su fin. Evitamos el efecto primario de la vida con una cantidad enorme de efectos secundarios dañinos.

Noelia Pérez Plaza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario