Durante el siglo V a. C. apareció en China una
escuela que se preocupaba especialmente por los asuntos del Estado, a saber, la
escuela moísta, cuyo principal representante fue Mo Zi. Este fue previamente un
gran seguidor del confucianismo, sin embargo, se aparto de esta escuela por
considerar, muchos puntos de su doctrina, inútiles o insuficientes.
Uno de los rasgos distintivos, respecto del confucianismo, era que sus
integrantes provenían de las clases populares.
El objetivo de Mo Zi era formar personas útiles para el Estado, de modo que se
les brindaba una formación militar, a pesar repudiaban la violencia y las
guerras, con el fin de disciplinar a los discípulos. Todo ello siguiendo
radicalmente un criterio, aquél que les permitiese conocer lo bueno y lo malo,
lo correcto y lo incorrecto,…seguir la voluntad del Cielo y su voluntad es el “amor
universal”, esta es una de las ideas fundamentales en el moísmo. Con ello abogaban
por una absoluta unión de la humanidad, respetándonos y amándonos unos a otros.
Una idea, por lo menos a día de hoy, un tanto utópica.
Siguiendo este método, afirmaban que se solucionarían todos los problemas de
las sociedades humanas. Lo principal es que el gobernador siga, rígidamente, la
voluntad del Cielo, de este modo estará dando ejemplo al resto y, así, todo el
mundo ira viendo lo beneficioso que resulta seguir el criterio del “amor
universal”, ya que de ello se derivaría una justicia universal, puesto que el
Cielo ama a todos por igual y ansía el orden y la paz, por eso se ha de seguir
su voluntad.
Por otro lado, Mo Zi habla de un sistema de premio y de castigo, proporcionado
por el Cielo y los espíritus, en función de las acciones que se cometan.
Más adelante, en el siglo III a. C., aproximadamente, surgió la escuela
legalista, representada por Han Fei-tzu. Esta doctrina sostiene que, por encima
de todo, está la ley (fa), pero no cualquier ley sino la Ley del Cielo. En este
sentido vemos semejanzas con el moísmo e, incluso, con el taoísmo. La diferencia
estriba en que la doctrina legalista acaba convirtiéndose en un sistema
totalitario, en el cual el soberano tiene el poder absoluto, legitimado por
seguir la Ley del Cielo, aunque si la quebranta será castigado igualmente. Con esto
se ve que el objetivo principal es mantener la armonía del Estado por medio de
rigurosas normas, a través de la fuerza (shi). Normas que seguirán la Ley del
Cielo, que se irán modificando para adaptarse a cada época y que serán
impuestas por técnicas de control administrativas (shu). Es importante que el
castigo por infringir las leyes sea duro, de modo que nadie se atreva a
violarlas, por lo tanto es un sistema intimidatorio, muy distinto de los medios
sugeridos por el moísmo o el taoísmo. Con esta última doctrina conecta en la
idea del no-actuar, en cuanto que el soberano puede practicar el wu-wei, una
vez ha logrado la paz y la armonía social, por lo demás, se podría decir que
son totalmente opuestas.
Otro rasgo a destacar de esta escuela es que consideran necesarios, únicamente,
a campesinos y guerreros, el resto de clases sociales debían de ser erradicadas.
El objetivo de ambas escuelas es muy similar, difieren en los métodos que
adoptan para ello y el resultado, por supuesto sería distinto. En una tendríamos
una sociedad unida y
sábado, 16 de mayo de 2015
lunes, 11 de mayo de 2015
El pensamiento Moísta y el pensamiento legalista
Después de los largos siglos de constantes guerras en China,
aparecen numerosas vías de pensamiento, cuyo objetivo en común consistía en
explicitar cómo debe comportarse un buen gobernador para que no se pudiese
volver a otro período de oscuridad y guerras. Así es como nació el pensamiento
Moísta, así como el pensamiento de Han Fei. El emperador será el encargado de
mantener el equilibrio en el reino, y así su comportamiento determinará la
suerte del mundo.
El Moismo, al igual que el Confucianismo, argumentan sus proposiciones desde un ejemplo
ideal de emperadores que una vez en el tiempo mantuvieron el reino en
equilibrio y paz. Al principio del mundo todo formaba parte del caos, los
hombres se comportaban como fieras salvajes y no se podía encontrar estabilidad
en el mundo. El emperador fue quien se impuso sobre los demás hombres y dio
estabilidad al reino con su palabra. Los Moistas adoptan un sistema orientado
en la moralidad para seguir manteniendo el equilibrio, que se complementa con
un sentimiento de amor universal, donde, al contrario que en el Confucianismo
que imparte y promueve una jerarquía de clases, el trato de amor hacia los demás
implica un sentimiento de igualdad entre todos los hombres. La idea de justicia también se aleja del
confucianismo, ya que para Confucio la justicia implica dejar al hombre en su libre
albedrío de tal forma que él mismo se va perfeccionando en el tiempo; para Mo
zi, la justicia es un concepto que, dada una sociedad jerarquizada, se debe
extender desde la cúspide de la pirámide, es decir, desde las más altas clases
hacia las más bajas, de tal forma que el emperador debe ser el ejemplo claro a
seguir, y a partir del cual deben tomar ejemplo las demás clases.
Surge después otra escuela llamada “legalista” o “legista”,
cuyo pensador más destacado será Han Fei. Para los legalistas, el mundo no debe
ser contemplado desde un ejemplar ideal al que debemos orientarnos, si no al
contrario, el mundo es tal cual es y no se puede considerar un pasado al que
podamos remitirnos, de hecho, incluso en la política para Han Fei todo debe
cambiar según se desarrolle el mundo; en vez de impulsar un sistema perenne que
permanezca por encima de las circunstancias, el legalismo propone un constante
cambio de política apropiado para cada momento del mundo. La escuela legista se
opone radicalmente al confucianismo, y como el mohismo, también imparte la
doctrina de la equidad y el amor universal. Los legalistas llevan la doctrina
moista de que el emperador es quien puede traer la igualdad al mundo, pero
llevado a la radicalidad, hasta el punto de que los deseos del emperador
suponen lo correcto, y lo que no quiere el emperador es lo incorrecto. El
gobernador por tanto se encargará de explicitar una serie de leyes de
manifiestan cuál será la voluntad del monarca.
Tanto los moístas como los legalistas coinciden en una práctica
constante de rituales, aunque al contrario que el confucianismo niegan una
prolongada temporada de luto por la muerte de familiares, ya que para los
moístas resultaba caro e improductivo y para los legalistas no suponía ninguna
aportación al poder militar del estado. Es curioso que los legistas practiquen
la no acción del taoísmo también, dicen que una vez quedan explicitadas las
leyes y una vez queden claras, nadie se atreverá a desafiarlas y así el
emperador podrá actuar libremente y con la mente vacía.
Los sistemas de Mo Zi y Han Fei
El impacto de la filosofía confuciana dio lugar a una enorme
variedad de seguidores, críticos y detractores. Entre ellos, la escuela
legalista y la mohísta no podrían ser más diferentes. Aunque ambas se oponen al
pensamiento del Maestro, lo hacen desde puntos de vista distintos, que suponen
implicaciones muy alejadas entre sí.
Mo Zi es conocido principalmente por su concepto del amor universal. Este concepto del amor
universal hace referencia a un deseo de igualdad entre los ciudadanos. Cuando Confucio
afirma que los humanos, de manera natural, gradan los niveles de afecto que
sienten hacia unos u otros; Mo Zi sostiene que las personas deben preocuparse
unas por otras de igual manera: no importa si esa persona es tu vecino o tu
padre.
En Mo Zi también es importante su punto de vista
utilitarista, que impregna la base de toda su filosofía. Todo está sujeto a un
fin, todo se entiende como orientado a un fin. Además, Mo Zi juzgará las doctrinas
según el beneficio que aporten al pueblo.
El primer aspecto en el que coinciden legalismo y mohismo es
en su desconfianza hacia la idea de la bondad natural del ser humano. Para Mo
Zi, la justicia no es algo innato en los hombres, sino que empieza en la
cúspide de la pirámide social y sólo entonces se desliza hacia el resto de los
niveles: el gobernante debe dar ejemplo a los súbditos. Han Fei, por su parte,
asume que el ser humano es malvado por naturaleza, por lo que la ley debe
castigar severamente a quien la incumpla o recompensar a quien se mantenga
dentro de sus límites.
Mo Zi también defiende que se establezcan el miedo al
castigo y la obediencia hacia los superiores, pero su visión del Estado no es
tan radical como la de Han Fei, que proclama un líder autócrata que mantenga un
firme control sobre la población mediante tres conceptos: la posición de poder,
la técnica y la ley.
Con posición de poder (en chino, shi), Han Fei se refiere a la legitimación del gobernante para
seguir en el poder, ya sea mediante el carisma, la fuerza militar o una
combinación de ambas. La técnica (shu)
hace referencia a la estrategia política, mientras que la ley (fa) tiene el sentido cotidiano que
conocemos. Estos son los tres pilares sobre los que el soberano se apoya en el
modelo de Han Fei.
Otro aspecto en el que Han Fei y Mo Zi difieren es su visión
del progreso: mientras la escuela legalista defiende un progreso necesario e
inevitable en la Historia; Mo Zi no cree en esta idea de destino, sino que
entiende a los seres humanos dotados de libre albedrío y de la capacidad para comprender
(partiendo de los sentidos) y cambiar las circunstancias que los rodean.
A este respecto, Han Fei se adscribe a una concepción del tao que lo entiende como una ley natural
que todo y todos están forzados a seguir, incluyendo a gobernantes, súbditos y
la misma naturaleza. El gobernante ideal será, por tanto, aquel que haga leyes
como si fuera una fuerza imparable de la naturaleza a la que la gente no se
puede oponer o resistir.
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Wittgenstein y la rectificación de los nombres
En el tercer apartado del capítulo 13 de las Analectas, Confucio nos habla de lo que
se conoce como su doctrina de la rectificación de los nombres:
Si el soberano de Wei te confiara el gobierno del país,
¿cuál sería tu primera iniciativa?” El Maestro respondió: «Sin duda sería
rectificar los nombres (…). Si los nombres no se corrigen, el lenguaje carece
de objeto. Cuando el lenguaje carece de objeto, no puede llevarse a cabo ningún
asunto (…). En el tema del lenguaje, un caballero no deja nada al azar.
Esta doctrina de Confucio propone que cada palabra puede y
debe referirse a conceptos y objetos reales y que se debe dar a las cosas su
nombre. La doctrina de la rectificación de los nombres es una preocupación
constante en el pensamiento de Confucio.
Se puede trazar un ligero paralelismo entre las posturas de
Confucio y del primer Wittgenstein, para quien el significado de las
proposiciones queda determinado por la referencia, es decir, que si una
proposición no figura ningún hecho, a la proposición no se le puede asignar un
valor de verdad y, por tanto, no posee significado.
Ambos defienden una postura realista, que sostiene que la
realidad puede ser conocida y descrita y que es accesible mediante el lenguaje.
También comparten una postura respecto a las limitaciones del lenguaje para
expresar información acerca de “lo que está más allá de él”. A este respecto
resulta muy reveladora la afirmación de Confucio “Allí donde un caballero no
sabe, debe callarse” (13.3), que nos recuerda a la célebre proposición 7 del
Tractatus: “Sobre lo que no se puede hablar, hay que guardar silencio”. También
refuerza esta relación la afirmación de Simon Leys en el prólogo de su edición
de las Analectas, que, a su vez, se basa en el ensayo de Elías Canetti:
Lo esencial
está más allá de las palabras: todo lo que puede ser dicho es superfluo (...).
No negaba la realidad de lo que está más allá de las palabras, simplemente
ponía en guardia contra la locura de intentar alcanzarla con palabras. Su
silencio era una afirmación: existe una realidad de la que no podemos decir
nada.
Sin embargo, Confucio no concebía dentro de esta realidad
las relaciones interpersonales dentro de una sociedad, sino todo lo contrario:
para conseguir la armonía social, se deben respetar una serie de relaciones
jerárquicas entre categorías, tales como “de padre a hijo” o “de marido a
mujer”. Esto supone que existe una única manera correcta de ser padre, de ser
hijo o de ser marido. Cualquier variación que se salga de estas categorías se
aparta de la armonía social.
De este modo, un gobernante que no es bueno con sus súbditos
no puede ser llamado correctamente gobernante. Esta postura encierra un lado
oscuro: estas categorías son cerradas, por lo que sólo hay una manera correcta
de ser padre, de ser mujer o de ser súbdito. Y todo lo que se salga de esta
categoría también está fuera de la armonía social.
La crítica que se hizo Wittgenstein a sí mismo puede
orientarnos para hacer una crítica a Confucio. El segundo Wittgenstein defiende
que ¬la función descriptiva es sólo una de las muchas funciones del lenguaje.
El sentido de una proposición no está exclusivamente en la referencia, sino en
su uso.
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domingo, 10 de mayo de 2015
Autoritarismo versus Utilitarismo: un breve examen del pensamiento anti-confuciano.
El
acercamiento al pensamiento a Han Fei y Mozi es inevitablemente
político, pero desde dos puntos de vista claramente contrarios.
En
cada extremo podemos encontrar diversos enfoques de vista que han
sido desarrollados por la filosofía política occidental.
Autoritarismo y Utilitarismo,.
Ambos
pensadores, posteriores a Confucio, anhelan romper su tradicionalismo
y evolucionan de manera radicalmente diferente, dejando a un lado las
abstracciones del Cielo y buscando una praxis efectiva desde dos
enfoques distintos del ser humano, muy lejano a la no-acción
(wu wei) taoísta y confuciana.
Su
escuela, la escuela legalista y la moísta respectivamente, se oponen
al “naturalismo” confuciano de la ley del cielo. Su punto de
partida son los
hombres, no el cielo. Nos podría recordar a Protágoras y su cita
“El
hombre es la medida de todas las cosas”.
Son escuelas que quieren dejar a un lado los misticismos, su
desarrollo se centra en lo estrictamente humano. Sin embargo ¿Cómo
perciben al hombre?
La
escuela legista, fundada por Han Fei, sin duda de una forma un tanto
infantil: se trata de un ser guiado por premios y recompensas que
precisa del firme poder de un monarca para progresar. Así pues, este
sería un punto de vista más Hobessiano, que nos recordaría el
poder del monarca, al poder del Leviatán, como inevitablemente
necesario para el funcionamiento de un Estado. El respeto por la ley,
ya no será humanista o acorde a algún tipo de orden natural. La ley
está por encima de cualquier cosa. El hombre vence al
cielo. No basta el simple ejemplo. Se precisa de un gobierno
firme, que imponga la autoridad. Ley, fuerza, instituciones. Esos
serán los pilares de su autoritarismo. La base en su jerarquía
piramidal. Su visión del mundo es mucho más dogmática, muy alejada
del humanismo confuciano de “El gobierno es los hombres y no de las
leyes”.
La
ley, Fa, es su concepto central, pero sus leyes no son positivas. No
aspiran a que las personas actúen bien, si no simplemente a
conseguir que no actúen mal. El ser humano es un ser determinado por
sus condiciones económicas y no sus sentimientos morales (Hume se
horrorizaría de conocer este pensamiento). Esta suerte de
materialismo, era también histórico, pues era pragmático, en tanto
que las instituciones debían cambiar según las condiciones de cada
circunstancia.
Por
otro lado, Mozi se nos aparece en el extremo más benevolente:
preconiza el amor universal frente a la frialdad de Han Fei. Su punto
de partida es utilitarista, pero a nivel positivo, se busca el bien
universal, sin importar el costo. La visión de los mohista, es
siempre práctica. Consideran a Confucio, de hecho, un simple
charlatán por no ser capaz de llevar a las praxis su ideario. No
busca definir a la humanidad o simplemente buscar la virtud como algo
abstracto, quiere llevar a cabo la verdadera búsqueda del bien para
la sociedad, promulgado así mismo, desde el amor universal. En este
sentido, algunos lo consideran el “primer Jesucristo”. Su praxis
es severa, llegando al punto de considerar la música un gasto
excesivo. Así mismo ocurre con los valores: la lealtad o la justicia
son relativas al aprovechamiento social que estas lleven consigo. Su
propio principio de amor universal es utilitarista: debemos amarnos
unos a otros, pero no como algo abstracto o conceptual, si no porque
esto hace que la sociedad funcione mejor.
En
ambas posturas, claramente anti-confucianas, lo que más llama la
atención es el utilitarismo como centro. En uno, desde el poder de
la autoridad, haciendo funcionar lo mejor posible. En otro, buscando
la fraternidad universal como eje del mejor rendimiento social. Los
legistas defienden la jerarquía, mientras que los moístas serán en
este mucho más igualitarios, siendo a veces vistos como los primeros
proletarios según algunos comentaristas marxistas.
Confucio: la búsqueda del poder ilustrado.
En las Analectas de
Confucio se ven claramente reflejados los principios de la escuela
que le rinde homenaje: Armonía, virtud y equilibrio. No obstante, debe observarse, que al igual que el resto de pensadores, su pensamiento también fue posteriormente manipulado dando una idea un tanto pervertida de lo que supone su pensamiento original.
Confucio es un
pensador mesurado, fiel a las tradiciones, pero no por ello
necesariamente dogmático, si no todo lo contrario. Su búsqueda, es
la búsqueda de la virtud a todos los niveles, a nivel individual y
por supuesto, la virtud en el Estado. La armonía, es decir la ley
del cielo debe estar presente en todo. La ley del cielo y la virtud
estarán siempre en consonancia. Llama la atención que en ningún
momento llega a definirlas, pues al fin y al cabo, son inefables,
pero no porque sean inaprensibles, si no porque sencillamente, su
comprensión es inmediata y está más allá de las palabras.
5.13. Zigong
dijo: «Podemos recopilar los puntos de vista de nuestro Maestro
sobre la
cultura, pero no
es posible oír sus opiniones sobre la naturaleza de las cosas y la
Vía del
Cielo.»
15.41. El Maestro dijo: «Las palabras sirven simplemente para
comunicar.»
En
cuanto a la política, es inevitable encontrar ciertas
similitudes entre las Analectas y la República de Platón.
Confucio,al igual que Platón, ambiciona llevar a la práctica un
estado de gobierno ideal, en el cual gobiernen los más sabios, los
hombres de virtud: los eruditos. Solo la educación lleva a los
hombres a la virtud. Solo un hombre sabio es virtuoso. Solo debe
gobernar aquel que pueda predicar con el ejemplo, el cual será, por
supuesto, el hombre virtuoso. “El gobierno es de los hombres, no
de las leyes”
11.1. El Maestro
dijo: «Antes de ocupar un cargo, los plebeyos deben profundizar
primero
en el
conocimiento de los ritos y de la música, mientras que los nobles
pueden dejarlos para
después. Si yo
tuviera que nombrar funcionarios, elegiría entre los primeros.»
20.3. Confucio
dijo: «Quien no entiende el destino es incapaz de comportarse como
un
caballero. Quien
no entiende los ritos es incapaz de establecerse. Quien no entiende
las
palabras es
incapaz de entender a nadie.»
Asi
pues, vemos como Confucio, elige al hombre sabio sobre el hombre
poderoso. Cuando habla de los caballeros, se refiere en todo momento
a hombres de gran virtud, a la élite moral y no a ninguna suerte de
nobleza natal. Un rey gobierna por su fuerza moral. “El pilar es
la confianza. Su autoridad descansa siempre en su capacidad de
predicar con el ejemplo.
4.23. El Maestro
dijo: «El autocontrol rara vez le lleva a uno a equivocarse.»
12.16. El Maestro
dijo: «Un caballero saca lo mejor de la gente, no lo peor. Un
hombre
del vulgo hace lo
opuesto.»
4.17. El Maestro
dijo: «Cuando veáis a un hombre honrado, intentad imitarlo. Cuando
veáis a un
hombre que no es honrado, examinaros a vosotros mismos [examinad si
tenéis
los mismos
defectos].
Da
tanto valor al conocimiento en lo respectivo a la moral, que en
ocasiones, recuerda a la ética socŕatica: si un hombre se equivoca,
no lo hace por maldad, si no por mero desconocimiento.
4.4. El Maestro
dijo: «Cuando se busca realizar la humanidad, no hay lugar para el
mal.
El
hombre sabio, es solo virtuoso a la manera aristótelica de la
práctica de la virtud, estas virtudes las practica solo porque
conoce la ley del Cielo, porque está en armonía con este, y por
ende, las reproduce. “La educación no tiene que ver con tener,
si no con ser”
20.3. Confucio
dijo: «Quien no entiende el destino es incapaz de comportarse como
un
caballero. Quien
no entiende los ritos es incapaz de establecerse. Quien no entiende
las
palabras es
incapaz de entender a nadie.»
Bibliografía:
Analectas. Traducción de Simon Leys
Un pequeño paréntesis.
Casi cerrado el curso me gustaría compartir con vosotros un vídeo muy interesante que encontré hace tiempo que espero que nos sirva en un futuro cercano para seguir descifrando algunos poemas de Tao Te Ching o las Analectas de Confucio.
miércoles, 6 de mayo de 2015
Mozi y Han Fei.
Ambos filósofos
preceden a la escuela de Confucio, tras conocer sus enseñanzas ambos tomaron
caminos muy distintos a los de su filosofía. Tienen en la base el utilitarismo, aunque lo adaptan a sus teorías
de distintas formas: en la escuela mohista se busca el placer en el individuo
pero teniendo en cuenta que la acción que se ejerza deberá tener una
repercusión positiva para la comunidad, hay un sentimiento de masa en Mozi, donde
todos los individuos son iguales ante la justicia y deben ser favorecidos en la
misma medida. Aunque cree en una sociedad jerarquizada de forma piramidal para
preservar el cumplimiento de la ley, cree en una justicia retributiva donde los
méritos de cada individuo son recompensados de la misma forma según el merito realizado sin mirar su posición
social.
Por otro lado, en
Han Fei, la base utilitarista solo se mantiene para que el poder de gobernante salga favorecido, todas las acciones de la sociedad
tienen que tener unas consecuencias positivas para el poder de éste. El
gobernante está por encima de todo individuo, su responsabilidad no es hacer
que cada uno opere rectamente sino se limita a que no actúen mal. Esto solo se
consigue a través del premio y del castigo.
Sobre las fuerzas
del ejército también tienen opiniones muy diferentes: Mozi promueve el amor
universal, buscando la paz en la sociedad, de modo que su posición frente a la
guerra es que ésta debe ser meramente defensiva. Al contrario que Han Fei, que opina que el
ejército es un instrumento que debe usarse para que desaparezcan las malas
conductas. Las leyes de deben prohibir aquello negativo para el poder del
monarca y la forma de llevarlo a cabo es a través del miedo.
A pesar de que
ambos autores no tienen confianza plena en la naturaleza humana cada uno de
ellos tiene una solución distinta:
Mozi cree en una justicia igualitaria que nos
recuerda en cierta parte al liberalismo político, desde unas bases pacificas en
la ciudadanía, pero reconociendo las virtudes de aquellos que lo merecen
ignorando su posición social. Aunque sirvió como influencia para los legistas
dista muchísimo de algunas escuelas de este carácter, por esto mismo: Mozi cree
en las leyes y en obedecer a los superiores pero además en una escalera social
que permita a aquellos que lo merecen escalar por esta.
Algunos de los
criterios de la escuela mohista son: Es una filosofía totalmente práctica ya que
el criterio es el Cielo, donde las consecuencias de tu acción determinan si esta
ha sido positiva o negativa. Justifica la inexistencia del destino por los
testimonios, nadie lo ha visto ni sentido, reconocer la existencia del destino
eludiría al hombre de responsabilidades. El criterio de utilidad puede servir
para aceptar o no creencias según sus consecuencias prácticas, esto no quiere
decir que la utilidad sea la verdad, sino que podrían funcionar ciertas
creencias según su repercusión social.
Han Fei podría recordarnos a los sistemas totalitarios donde
el terror funciona como sometimiento a la ley. El monarca es la autoridad
suprema que debe salir siempre beneficiada para lograr el funcionamiento
adecuado de la sociedad. Se aleja de la moralidad.
Los criterios de la escuela de Han Fei son tres: Shih
(poder) que resalta la importancia de la autoridad suprema del monarca. Shu
(arte para gobernar) donde se tienen en cuenta los medios o instrumentos de
gobierno. Y, por último, Fa (ley) importante llevar a cabo a través del
premio/castigo.
Noelia Pérez.
Preservar la humanidad
En el capítulo 4 de estas Analectas, el Maestro nos narra en favor de la práctica de la humanidad, desde un sentido colectivo, en el que los seres humanos como un conjunto debemos orientarnos hacia la realización colectiva.
Al contrario que otros pensamientos orientales a favor de una interioridad que no tiene por qué ser alimentada de sociedad, el Maestro trata de mostrar la sabiduría de convivir en grupo. Actualmente sí resulta realmente difícil poder aislarte en un lugar desprovisto de hombres, ya que la población se ha multiplicado grandiosamente y cada persona busca su hueco en el mundo. Pero sin humanidad, el hombre está desprovisto de lo que le hace ser humano, como son los sentimientos hacia los demás, y difícilmente puede soportar la alegría, el odio, la adversidad, etc. Un hombre que vive en humanidad sabe amar y odiar, sabe cómo manejar al conjunto de seres humanos, y dentro de este conjunto se forma una esfera sólida con un objetivo único: su propia realización, ya no individual, sino como un conjunto. Entonces todas las partes que forman ese todo se orientan hacia un único objetivo, y es por ello que no hay espacio para el odio ni la maldad.
La realización de esta esfera comprende una serie de principios los cuales no se deben abandonar, puesto que se desvía el camino de la realización. La virtud consistirá entonces en hacer valer estos principios y no abandonarlos, a pesar de todas las adversidades. Todas las virtudes superficiales como son la riqueza, la belleza, la nobleza, etc, son complementos que no determinan tu persona, tus inclinaciones o tu fuerza de voluntad. Esos complementos son volátiles, contingentes, por lo que no merece la pena defender lo contingente y rechazar tu propio yo, que se funda en principios que determinan tu fuerza, te hacen poderoso personalmente y dan grandeza a tu persona.
El amor por la bondad es otro de los conceptos clave que sirven de principios de virtud para el hombre realmente humano. Un hombre debe amar la bondad puesto que así no permitirá que ningún resquicio de maldad quede en su interior; los hombres poseen fuerzas mayores o menores que les empujan hacia unas determinaciones u otras, pero para amar eternamente a la bondad y la benevolencia se debe poseer gran cantidad de fuerza. Nuestros errores conforman nuestra manera de pensar, de ser y de comportarnos frente a los demás, pero siempre hay que preservar la verdad. La verdad es aquello por lo que nuestros errores y carencias que nos definen quedan camufladas. Un hombre que lleva la verdad por delante, da igual cómo vaya vestido, si es pobre o rico, ya que como dice el Maestro nadie tiene una posición determinada en el mundo.
<<Es hermoso vivir en medio de la humanidad. Difícilmente es sabio escoger un lugar para vivir desprovisto de la humanidad.>>
<<Cuando se busca realizar la humanidad, no hay lugar para el mal>>
<<Nunca he visto realmente a un hombre que amase la bondad y odiase la maldad>>
<<Escucha la Vía al amanecer y muere satisfecho al atardecer>>
lunes, 4 de mayo de 2015
El nuevo pensamiento después de Confucio por Alejandra Rubio
Este
comentario va dirigido a comparar dos pensadores orientales importantes que
son, por un lado, Han fei que es el principal representante de la escuela
legalista, y, por otro lado, Mozi, siendo el fundador del mohismo. Por tanto,
resaltaré lo más significativo de cada uno de estos autores, y, a su vez,
contraponiendo sus puntos importantes con la filosofía de Confucio.
Han
fei es un filósofo chino importante de la escuela legalista que considera que la naturaleza humana es mala,
y que, por tanto, el hombre actúa bien solo bajo el acicate de la recompensa y
la amenaza del castigo. Por su parte, afirma que las tradiciones del pasado
carecen de valor porque "a medida que las condiciones del mundo cambian se
practican principios diferentes". Esa última idea se contrapone con la
escuela confuciana, debido a que Han fei fue educado en la filosofía de
Confucio, pero decide romper con esto para intentar llevar al extremo una
escuela que se adecue a los tiempos nuevos. Este autor sostiene que el Estado
debe ser gobernado por medio de un claro y preciso conjunto de leyes, para explicar qué acciones son las correctas,
y, con ello, premiar o castigar, siendo el gobernante quien tiene esta
responsabilidad con el pueblo. No necesita ser sobrehumano, solo precisa conocer el arte del gobierno para
encontrar y dirigir un personal eficiente, que cumpla sus órdenes. Aplicando
las teorías legalistas se creó un Estado autoritario-militar en el noroeste de
China, que pronto dominó al resto del país, siendo el Estado Chin. Sin embargo,
esto trajo como consecuencia que el pueblo se revela contra ellos, y las doctrinas
legalistas fueron abolidas.
Por otro lado,
Mozi es un filósofo chino de la escuela moista, que, principalmente, rechaza
la devoción del confucionismo al pasado, y desarrolló pruebas racionales
estrictas sobre la verdad y la utilidad de todas las proposiciones. Para él, la
gobernación política debía estar centralizada. Los funcionarios podrían
ascender en su organización de acuerdo con los méritos de cada uno, y las
normas serían aplicadas con homogénea uniformidad. Su propósito era beneficiar
a toda la gente y todas las clases de acuerdo con el amor universal, es decir, una norma que él demostró ser beneficioso
para los gobernantes y los gobernados. Por tanto, creía en los espíritus, y en
que el Cielo castigaría a los pecadores. Su escuela se organizó como una
fraternidad cuasi-militar bajo un Gran Maestro y ejercía el pacifismo a través
del dominio de la guerra defensiva y la fortificación. El énfasis racionalista
hizo del mohismo, la corriente de mayor orientación lógica en la filosofía
china, pero desapareció después de la erradicación por la gran dinastía Chin de
las primeras escuelas filosóficas, y sólo hoy está siendo reconocida y apreciada.
En conclusión, la escuela legalista de Han Fei
requiere seguir el recto camino de las leyes para conseguir un Estado ejemplar,
aunque, con ello, consigue un Estado autoritario que hace que el pueblo acabe
odiando esta escuela. Sin embargo, la escuela mohista intenta establecer como
‘una religión’ para que el Estado se encuentre en paz, y que todos los ciudadanos
puedan adquirir el ‘amor universal’ que enseña su disciplina. El símil que
tienen estas dos líneas de pensamiento chino, es intentar romper con la
filosofía de Confucio, aunque acaban destrozando la suya, e intentando
establecer unas tradiciones para que la población se sienta más integrada.
Confucio 'Hacia la virtud' por Alejandra Rubio Ballestín
20.3. Confucio dijo: «Quien no entiende el destino es incapaz de comportarse como un caballero. Quien no entiende los ritos es incapaz de establecerse. Quien no entiende las palabras es incapaz de entender a nadie.»
Este
comentario va dirigido al capítulo 20 de las ‘Analectas’ escritas por Confucio.
Este maestro es el iniciador de la escuela confuciana, intentando instaurar un
camino hacia la paz, benevolencia y, sobretodo, que sus elementos sean
impuestos en la praxis. Confucio procede de una familia bastante pobre, aunque
recibió una ejemplar educación hasta llegar a convertirse en funcionario del
estado de Lu, durante la época de fragmentación del poder bajo la dinastía
Zhou. La esencia de sus enseñanzas se condensa en la praxis de la vida, el buen
gobierno del Estado, respetar las costumbres, el estudio y la meditación. Las
máximas virtudes son que se deben llevar a cabo son la tolerancia, la bondad,
la benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados.
Por lo tanto, hay una gran influencia en el comportamiento ejemplar de los
soberanos, ya que si estos se comportan de un modo virtuoso, sus súbditos le
imitaran, así pues, una sociedad próspera sólo se conseguirá si se mantienen
estas relaciones en plena armonía. La base de la doctrina confuciana es
recuperar a los antiguos sabios de la cultura china e influir en las costumbres
del pueblo.
El
capítulo 20 versa sobre el comportamiento que se ha de tener para poder
gobernar un pueblo de una manera virtuosa, y, así, restablecer un periodo de
paz en China. Al principio se expone que para llegar a prosperar es necesario
seguir el camino de la ley del Cielo, y con ello, dejar caer toda la
responsabilidad a aquellos hombres virtuosos que son capaces de implorar esta
ley para llevarla a cabo. El hombre de virtud entiende que el vínculo con los
demás no se basa en una relación consanguínea sino Universal. Aun así y
justamente por la relación con la ley del Cielo y la ley de la Tierra, es una relación de calidad, es decir,
de mayor a menor pues el Cielo sigue siendo superior a la tierra en el orden de
relaciones. Por lo tanto, la visión de Confucio va desde el yo personal al yo
universal. Según el pensamiento del maestro, el gobierno no es por la fuerza,
sino por el reflejo del orden que el rey establece en sí mismo y que como en un
espejo los demás han de verse identificado, es decir, es un acto de Wú Wéi.
Para
concluir, es necesario entender que para Confucio todas sus enseñanzas como
maestro deben llevarse a la praxis, ya que, un hombre virtuoso debe seguir su
camino intentando hacer actos que respeten la ley del cielo, y con ello dar
ejemplo hacia los demás. Por tanto, esto se puede relacionar con el hombre
virtuoso de Aristóteles, ya que, Confucio también utiliza el término medio para
llegar a la virtud del sabio. Aunque sean dos culturas totalmente opuestas,
parece ser que los dos maestros coincidieron a la hora de llevar a cabo una
buena praxis e imponer la virtud como un concepto presente en todo nuestro día
a día.
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