En el documental “Amongst white clouds”, durante la primera
parte, hemos podido acercarnos brevemente al estilo de vida de tipo budista, y
sobre todo ermitaño. Tratan de llevar una vida llena de paz sin ser corrompidos
por las cosas que no son esenciales. Explica uno de los ermitaños que hay que
entender el método de la meditación y no cometer errores en la práctica si no
quieres ir por el mal camino, lo que haría que la vida en las montañas fuera
insoportable. Es un estilo de vida que cualquier persona que no esté totalmente
convencida de los motivos por los que lo hace no creo que pudiese sobrellevar. Se
abstraen de una serie de cosas superfluas que en nuestra sociedad moderna nos
parecen vitales.
Ellos se libran de todo esto para alejarse de los problemas
que no son realmente graves, la vida sobria de comodidades proporciona una paz
mental a la que nosotros, en la sociedad
en la que vivimos, no podemos alcanzar. Hay entonces una oposición entre el
sufrimiento que ellos podrían padecer en las montañas, del que se tienen que
hacer conscientes para superarlo, y el nuestro diario por las pequeñas cosas
innecesarias que forman nuestra vida. Se libran de una serie de cargas y dejan
de sufrir ese tipo de dolor.
La vida ermitaña podría ser comparada a la que proclamaba el
filósofo Epicuro, precursor del hedonismo. Buscaba la ausencia de dolor, esto
era para él el placer. De modo que también apostaba por una vida templada y carente de todos esos placeres innecesarios
e innaturales por ser efímeros. Aunque sí que buscaba los placeres naturales y
necesarios (necesidades básicas), así como los naturales e innecesarios (conversación
amena, gratificación sexual y las artes). Huía de un placer a corto plazo si
este iba a desembocar en un sufrimiento a largo plazo. El budismo comparado con
esta corriente quizá sería un hedonismo más simplificado en el que priman las
necesidades básicas y además la búsqueda del individuo. La autorrealización de
uno mismo a través de un estado de soledad. La ausencia de dolor, la
tranquilidad, la austeridad… son rasgos que tendrían en común ambas corrientes.
Aunque distan
totalmente, por ejemplo, en la concepción del tiempo. El hedonismo epicúreo ve
más allá del instante en el que se mantiene para contemplar las consecuencias a
largo plazo. El budismo no es que no se preocupe por el devenir, pero vive para
el instante. Lo esencial es el ahora y la realidad en la que se mantiene el
sujeto. También se diferencian, por supuesto, en la obtención de esos placeres
naturales e innecesarios de los que hemos hablado antes. La abstinencia budista
se encuentra en el ámbito de la vida en comunidades amplias, la realización del
sujeto es individual.
Habría que plantearse seriamente si es la sociedad la que
corrompe al sujeto. Si el silencio, la soledad, el trabajo individual y el desapego
son herramientas para una futura liberación del sufrimiento, ¿tendría razón
Hobbes? ¿Homo homini lupus? O, ¿Rousseau? ¿El hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe?
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