"Las analectas" de Confucio
A través de "Las analectas" del Gran Maestro conocemos hoy uno de los sistemas
político-social más antiguos y que, bien hoy, podría sernos de gran ayuda para
poner fin a muchos de los conflictos paradójicos, hipócritas, sin ningún tipo
de sentido,… de las sociedades “avanzadas” actuales.
Confucio parte de una idea muy similar a la mantuvo Aristóteles, a saber, el
ser humano es un ser social por naturaleza. Así lo expresa el Maestro:
4.1. El Maestro dijo: «Es hermoso vivir en medio
de la humanidad. Difícilmente es sabio escoger un lugar para vivir desprovisto
de humanidad».
Es más que probable que esto sea así, muy pocos de nosotros querríamos
vivir en la absoluta soledad, la mayoría necesitamos relacionarnos con otros
individuos, por lo menos de vez en cuando. Siendo así las cosas, queda la
pregunta del millón, a saber, ¿cómo podríamos convivir todos en paz? Pregunta
muy difícil de contestar con exactitud y en pocas palabras o líneas.
Uno de los principales puntos creo que es la figura del gobernante, que asemejaría
con la figura del caballero que se nos presenta en “Las analectas”.
2.13. Zigong preguntó qué era ser un
verdadero caballero. El Maestro respondió: «Es quien sólo predica lo que
practica.»
1.14. El Maestro dijo: «Un caballero come
sin llenar su vientre; escoge una morada sin exigir comodidad; es diligente en
su trabajo y prudente en su hablar; busca la compañía de los virtuosos para
corregir su propio proceder. De un hombre así puede decirse en verdad que tiene
el deseo de aprender.»
8.6. El maestro Zeng dijo: «Podéis
confiarle el cuidado de un huérfano, podéis confiarle el gobierno de todo un
país; si lo ponéis a prueba, permanece inalterable. ¿Es alguien así un
caballero? Sin duda, lo es.»
Estas son algunas de descripciones que encontramos de lo qué es “un caballero”
y, posiblemente, no nos vendría mal tener unos cuantos de estos gobernando en
el mundo, sin embargo, actualmente encontrar un caballero ético es de las cosas
más difíciles, tal vez porque llevamos tantos años conviviendo en sistemas
corruptos, degenerados, en los que han prevalecido los intereses de unos pocos,
que han acabado degenerando prácticamente
a sociedades enteras. Tenemos un problema de base, a saber, pretendemos vivir
en sociedades cuando carecemos del sentimiento de comunidad. En casi todos los
países falta ese espíritu de compañerismo, de solidaridad,…en definitiva, el
espíritu mismo de sociedad.
Al ser esta la situación, que podríamos describir como caótica dentro de un
supuesto orden, la solución que se les ocurre a nuestros brillantes gobernantes
es acabar con cualquier problema imponiendo leyes, que reflejan, a fin de
cuentas, la opinión (doxa) de los que
gobiernan. Confucio, al igual que Montesquieu, consideraba que la necesidad de
las leyes era un signo claro de la falta de moralidad en una sociedad, es
decir, que un país que imponga pocas leyes está en el camino para tener una
adecuada convivencia social, sus individuos estarán en el camino de aprehender
lo que implica vivir en una comunidad. Cuando somos pequeños nuestros padres
nos imponen diferentes normas, pero a medida que maduramos y nos hacemos responsables,
las normas autoritarias desaparecen, es decir, no necesitamos que nuestros
padres nos vengan decir que, por ejemplo, tenemos que colaborar en la tareas
del hogar, es algo que entendemos que ha de ser así, si queremos convivir con
otras personas. El gobierno también trata de alcanzar este objetivo, sin
embargo, nos tratan como a niños imponiendo tantas leyes.
Muchas de las sociedades actuales son como un árbol que hubiese crecido, desde
el comienzo, torcido, no se puede enderezar. Sólo queda una opción, cortarlo de
raíz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario