lunes, 13 de abril de 2015

Lao Tse: Tao te King

El Tao Te King es la piedra clave del pensamiento Taoísta. Zhuang Zi se considera predecesor a esta obra, pero se enmarca en la misma escuela de pensamiento. La autoría del Tao Te King, se le concede, al menos en los escritos más antiguos a Lao Tse.
En esta obra se nos presenta el Tao como sostén del mundo, pero no necesariamente en un sentido ontológico, pues nunca se identifica con divinidad alguna o si quiera una entidad inconsciente. El Tao es la inefabilidad pura. Es ser y no ser. Es la nada, encarnada en la universal antigua de la madre generadora de los principios dualistas de los que surgen los diez mil seres. Nos rodea y nos acoge de esa misma forma maternal y nos aporta sostén como camino por el que fluyen todas las cosas. Es el orden natural de las cosas, pero siempre como flujo no forzado. Nunca como ley o imperativo.
No tiene forma o materia. Es uniformado y caótico, pero jamás desordenado. Es el todo, no hay extremos desiguales en orden de jerarquía.
Nosotros estamos imbricados en el Tao, como individuos unidos a ese mismo flujo cambiante de las cosas del que no podemos desprendernos. Por ello, la forma más sabia de vivir, es mantenerse en el Tao, pero siempre como no acción en el orden natural de las cosas. Pero no confundamos no acción con pura inercia.
Wei wu wei, también es adaptabilidad. Es la maleabilidad propia de la naturaleza. Es dejar estar, pero siempre con la mirada puesta en seguir el orden natural de las cosas. En seguir el camino del Tao.
Este principio de naturaleza es el que los Taoístas quieren plasmar en la política.
Individuo y naturaleza jamás pueden ir separados, es por ello que debe cuidarse de no forzar tampoco las vidas ajenas con leyes y normas impuestas por el Estado. La mejor forma de gobernar será seguir el Wu wei, dejando las cosas estar. El Tao es igualdad, y por ende, cualquier intento de jerarquía va ser injusto y antinatural.
Según sus tres principios, cualquier acción o exceso de esto, solo puede ser negativo. La virtud es la espontaneidad, es no-intencionalidad. (Te, de hecho, se traduce como“dejar ser por naturaleza”). Las contracciones son propias del Tao, y por ende de la sociedad no estará libre de ellas, pero no obstante, esto no aporta el derecho de actuar sobre ella. La verdad misma, de hecho se halla en el silencio.
La mejor sociedad, será la sociedad más simple. La más natural. Los taoístas buscan así, denunciar cualquier forma de gobierno autoritario, denunciar así mismo, la guerra. Se deduce pues, que si la sabiduría se halla en el orden natural de las cosas, probablemente sea mejor volver al estado de naturaleza.
Este estado de naturaleza taoísta se asemeja mucho al Estado de la naturaleza previo que proponía Rousseau como estudio preliminar para su teoría política. Los hombres viven mejor en libertad, sin normas o leyes que los amordacen. Sin embargo a diferencia de este, los taoístas consideran que es el Estado quien los hace miserables y malvados, siendo así cuando se vuelven unos contra otras y no al contrario. Crear estado y jerarquía, sería pues, atentar al orden natural de las cosas. Atentar contra el Tao.
La sabiduría se halla pues en seguir el camino de la simplicidad, simplicidad que los taoístas encarnan en la figura del leño, que es uniformado e indefinido como el Tao.

“Quienes antaño sabían practicar el Tao...
eran simples como un leño”

Al igual que el mejor estado, es el más simple, también es más sabio el hombre más sencillo. Este será el niño, el más inocente. Esta misma imagen de la inocencia como virtud es la misma que defiende Nietzsche. Se pueden encontrar varios puntos ideológicos semejantes en esta misma línea. La afirmación de la contradicción en la afirmación del azar, y la dualidad Apolo-Dionysos es muy semejante a la dualidad Ying-Yang contenida bajo el Tao. Asi mismo, volviendo a la figura del niño-sabio. El niño juega en su inocencia, siguiendo los tres preceptos del Wu wei: Juega sin intencionalidad, se afirma en el lugar natural de las cosas sin cuestionarlas bajo moral o ley alguna. Está más allá del bien y del mal.

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