domingo, 12 de abril de 2015

LXVII: El poder del amor

Todos en el mundo dicen que soy grande
tan grande que a nada me asemejo.
Sólo porque a nada me asemejo,
puedo ser grande.
De asemejarme a algo,
tiempo ha que fuera ya pequeño.

Una persona que lleva arrastrando prejuicios, gustos, pasiones, inclinaciones, miedos, etc, es una persona que no es libre. No es libre porque la carga que lleva es demasiado pesada para tener la mente en paz. Si queremos ser grandes, si queremos ser libres, recorreremos nuestro camino con la menor carga posible. Si nuestro cuerpo es ligero, más fácil es dispersarse y llegar a ser grande.


Tres son las preseas que siempre conmigo tengo
y que guardo con esmero.
Llámase la una amor;
sobriedad, la segunda;
la tercera, no atreverme a ser del mundo el primero.
Con amor, puedes ser valiente;
con sobriedad, generoso;
no atreviéndote a ser el primero, señor de los seres.

Hace falta amor para rechazar la vida de bienestar ilusorio que provoca la vida en sociedad; el amor te hace fuerte para querer llevar una vida sana, fuera de parásitos que manchan el alma. La sobriedad te permite discernir la ilusión de la verdad, siendo generoso no acumulas riqueza y por tanto no alimentas el ego; no alimentando al ego surge la calma consigo mismo y no surgen más necesidades de las que deben surgir. Si eres valiente, no te atreverás a pensar que eres el primero del mundo, siendo valiente has de tener el suficiente amor como para comportarte con generosidad con los demás, siendo consciente de que cada ser es único e independiente, con caminos independientes, y los cuales ninguno de ellos se subordina a ninguno. Si no te atreves a creerte ser el primero de los seres, como ocurre con la raza humana, serás capaz de disfrutar del mundo como un verdadero rey.

Al presente se quiere ser valiente sin amor,
generoso sin sobriedad,
ser el primero sin ponerse detrás;
lo cual es la muerte cierta.

Todas estos trofeos no se consiguen los unos sin los otros, es decir, es un largo camino cuyas pruebas van seguidas unas detrás de otras; este fragmento sentencia el planteamiento de nuevas formas de ser de una personas cuya misma persona no es compatible con esos caracteres, es decir, pretender querer ser lo que no se es, conlleva grandes desgracias, la más grave es que el tao de aquella persona se altera, se confunde, se produce un desequilibrio, convirtiéndose en un cuerpo vacío, lo cual es la misma muerte de la persona y su naturaleza. 

Con el amor, 
se vence en el combate,
se es firme en la defensa.
El Cielo te hará fuerte,
como si el amor te sirviera de muralla. 

El amor es el mejor arma para descubrir tu camino, para desenvolverte como un ser más en la naturaleza, para ser valiente y decidir liberar tu alma de su pesada carga; una vez tienes amor, tu camino te abraza como una madre a su hijo y te protege como una muralla, liberándote de prejuicios y obstáculos. Caminas libre y fluido, como el viento, sin que nada se interponga en tu camino, sin que nada altere tu TAO.

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