lunes, 4 de mayo de 2015

Confucio 'Hacia la virtud' por Alejandra Rubio Ballestín

20.3. Confucio dijo: «Quien no entiende el destino es incapaz de comportarse como un caballero. Quien no entiende los ritos es incapaz de establecerse. Quien no entiende las palabras es incapaz de entender a nadie.»

                Este comentario va dirigido al capítulo 20 de las ‘Analectas’ escritas por Confucio. Este maestro es el iniciador de la escuela confuciana, intentando instaurar un camino hacia la paz, benevolencia y, sobretodo, que sus elementos sean impuestos en la praxis. Confucio procede de una familia bastante pobre, aunque recibió una ejemplar educación hasta llegar a convertirse en funcionario del estado de Lu, durante la época de fragmentación del poder bajo la dinastía Zhou. La esencia de sus enseñanzas se condensa en la praxis de la vida, el buen gobierno del Estado, respetar las costumbres, el estudio y la meditación. Las máximas virtudes son que se deben llevar a cabo son la tolerancia, la bondad, la benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados. Por lo tanto, hay una gran influencia en el comportamiento ejemplar de los soberanos, ya que si estos se comportan de un modo virtuoso, sus súbditos le imitaran, así pues, una sociedad próspera sólo se conseguirá si se mantienen estas relaciones en plena armonía. La base de la doctrina confuciana es recuperar a los antiguos sabios de la cultura china e influir en las costumbres del pueblo.

        El capítulo 20 versa sobre el comportamiento que se ha de tener para poder gobernar un pueblo de una manera virtuosa, y, así, restablecer un periodo de paz en China. Al principio se expone que para llegar a prosperar es necesario seguir el camino de la ley del Cielo, y con ello, dejar caer toda la responsabilidad a aquellos hombres virtuosos que son capaces de implorar esta ley para llevarla a cabo. El hombre de virtud entiende que el vínculo con los demás no se basa en una relación consanguínea sino Universal. Aun así y justamente por la relación con la ley del Cielo y la ley de la Tierra, es una relación de calidad, es decir, de mayor a menor pues el Cielo sigue siendo superior a la tierra en el orden de relaciones. Por lo tanto, la visión de Confucio va desde el yo personal al yo universal. Según el pensamiento del maestro, el gobierno no es por la fuerza, sino por el reflejo del orden que el rey establece en sí mismo y que como en un espejo los demás han de verse identificado, es decir, es un acto de Wú Wéi.


       Para concluir, es necesario entender que para Confucio todas sus enseñanzas como maestro deben llevarse a la praxis, ya que, un hombre virtuoso debe seguir su camino intentando hacer actos que respeten la ley del cielo, y con ello dar ejemplo hacia los demás. Por tanto, esto se puede relacionar con el hombre virtuoso de Aristóteles, ya que, Confucio también utiliza el término medio para llegar a la virtud del sabio. Aunque sean dos culturas totalmente opuestas, parece ser que los dos maestros coincidieron a la hora de llevar a cabo una buena praxis e imponer la virtud como un concepto presente en todo nuestro día a día. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario