20.3. Confucio dijo: «Quien no entiende el destino es incapaz de comportarse como un caballero. Quien no entiende los ritos es incapaz de establecerse. Quien no entiende las palabras es incapaz de entender a nadie.»
Este
comentario va dirigido al capítulo 20 de las ‘Analectas’ escritas por Confucio.
Este maestro es el iniciador de la escuela confuciana, intentando instaurar un
camino hacia la paz, benevolencia y, sobretodo, que sus elementos sean
impuestos en la praxis. Confucio procede de una familia bastante pobre, aunque
recibió una ejemplar educación hasta llegar a convertirse en funcionario del
estado de Lu, durante la época de fragmentación del poder bajo la dinastía
Zhou. La esencia de sus enseñanzas se condensa en la praxis de la vida, el buen
gobierno del Estado, respetar las costumbres, el estudio y la meditación. Las
máximas virtudes son que se deben llevar a cabo son la tolerancia, la bondad,
la benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados.
Por lo tanto, hay una gran influencia en el comportamiento ejemplar de los
soberanos, ya que si estos se comportan de un modo virtuoso, sus súbditos le
imitaran, así pues, una sociedad próspera sólo se conseguirá si se mantienen
estas relaciones en plena armonía. La base de la doctrina confuciana es
recuperar a los antiguos sabios de la cultura china e influir en las costumbres
del pueblo.
El
capítulo 20 versa sobre el comportamiento que se ha de tener para poder
gobernar un pueblo de una manera virtuosa, y, así, restablecer un periodo de
paz en China. Al principio se expone que para llegar a prosperar es necesario
seguir el camino de la ley del Cielo, y con ello, dejar caer toda la
responsabilidad a aquellos hombres virtuosos que son capaces de implorar esta
ley para llevarla a cabo. El hombre de virtud entiende que el vínculo con los
demás no se basa en una relación consanguínea sino Universal. Aun así y
justamente por la relación con la ley del Cielo y la ley de la Tierra, es una relación de calidad, es decir,
de mayor a menor pues el Cielo sigue siendo superior a la tierra en el orden de
relaciones. Por lo tanto, la visión de Confucio va desde el yo personal al yo
universal. Según el pensamiento del maestro, el gobierno no es por la fuerza,
sino por el reflejo del orden que el rey establece en sí mismo y que como en un
espejo los demás han de verse identificado, es decir, es un acto de Wú Wéi.
Para
concluir, es necesario entender que para Confucio todas sus enseñanzas como
maestro deben llevarse a la praxis, ya que, un hombre virtuoso debe seguir su
camino intentando hacer actos que respeten la ley del cielo, y con ello dar
ejemplo hacia los demás. Por tanto, esto se puede relacionar con el hombre
virtuoso de Aristóteles, ya que, Confucio también utiliza el término medio para
llegar a la virtud del sabio. Aunque sean dos culturas totalmente opuestas,
parece ser que los dos maestros coincidieron a la hora de llevar a cabo una
buena praxis e imponer la virtud como un concepto presente en todo nuestro día
a día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario