El
acercamiento al pensamiento a Han Fei y Mozi es inevitablemente
político, pero desde dos puntos de vista claramente contrarios.
En
cada extremo podemos encontrar diversos enfoques de vista que han
sido desarrollados por la filosofía política occidental.
Autoritarismo y Utilitarismo,.
Ambos
pensadores, posteriores a Confucio, anhelan romper su tradicionalismo
y evolucionan de manera radicalmente diferente, dejando a un lado las
abstracciones del Cielo y buscando una praxis efectiva desde dos
enfoques distintos del ser humano, muy lejano a la no-acción
(wu wei) taoísta y confuciana.
Su
escuela, la escuela legalista y la moísta respectivamente, se oponen
al “naturalismo” confuciano de la ley del cielo. Su punto de
partida son los
hombres, no el cielo. Nos podría recordar a Protágoras y su cita
“El
hombre es la medida de todas las cosas”.
Son escuelas que quieren dejar a un lado los misticismos, su
desarrollo se centra en lo estrictamente humano. Sin embargo ¿Cómo
perciben al hombre?
La
escuela legista, fundada por Han Fei, sin duda de una forma un tanto
infantil: se trata de un ser guiado por premios y recompensas que
precisa del firme poder de un monarca para progresar. Así pues, este
sería un punto de vista más Hobessiano, que nos recordaría el
poder del monarca, al poder del Leviatán, como inevitablemente
necesario para el funcionamiento de un Estado. El respeto por la ley,
ya no será humanista o acorde a algún tipo de orden natural. La ley
está por encima de cualquier cosa. El hombre vence al
cielo. No basta el simple ejemplo. Se precisa de un gobierno
firme, que imponga la autoridad. Ley, fuerza, instituciones. Esos
serán los pilares de su autoritarismo. La base en su jerarquía
piramidal. Su visión del mundo es mucho más dogmática, muy alejada
del humanismo confuciano de “El gobierno es los hombres y no de las
leyes”.
La
ley, Fa, es su concepto central, pero sus leyes no son positivas. No
aspiran a que las personas actúen bien, si no simplemente a
conseguir que no actúen mal. El ser humano es un ser determinado por
sus condiciones económicas y no sus sentimientos morales (Hume se
horrorizaría de conocer este pensamiento). Esta suerte de
materialismo, era también histórico, pues era pragmático, en tanto
que las instituciones debían cambiar según las condiciones de cada
circunstancia.
Por
otro lado, Mozi se nos aparece en el extremo más benevolente:
preconiza el amor universal frente a la frialdad de Han Fei. Su punto
de partida es utilitarista, pero a nivel positivo, se busca el bien
universal, sin importar el costo. La visión de los mohista, es
siempre práctica. Consideran a Confucio, de hecho, un simple
charlatán por no ser capaz de llevar a las praxis su ideario. No
busca definir a la humanidad o simplemente buscar la virtud como algo
abstracto, quiere llevar a cabo la verdadera búsqueda del bien para
la sociedad, promulgado así mismo, desde el amor universal. En este
sentido, algunos lo consideran el “primer Jesucristo”. Su praxis
es severa, llegando al punto de considerar la música un gasto
excesivo. Así mismo ocurre con los valores: la lealtad o la justicia
son relativas al aprovechamiento social que estas lleven consigo. Su
propio principio de amor universal es utilitarista: debemos amarnos
unos a otros, pero no como algo abstracto o conceptual, si no porque
esto hace que la sociedad funcione mejor.
En
ambas posturas, claramente anti-confucianas, lo que más llama la
atención es el utilitarismo como centro. En uno, desde el poder de
la autoridad, haciendo funcionar lo mejor posible. En otro, buscando
la fraternidad universal como eje del mejor rendimiento social. Los
legistas defienden la jerarquía, mientras que los moístas serán en
este mucho más igualitarios, siendo a veces vistos como los primeros
proletarios según algunos comentaristas marxistas.
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